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¿Qué se puede aprender de la epidemia del sida para frenar la COVID-19?

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¿Qué se puede aprender de la epidemia del sida para frenar la COVID-19?

¿Cuáles son las lecciones del VIH para contener la COVID-19?

Para Kevin Osborne, director de la Sociedad Internacional del Sida, toda respuesta pasa por intensificar los tests y movilizar fondos privados para la investigación.

Esta enfermedad pasó en cuatro décadas de ser una implacable asesina en la sombra a contar con un día internacional y una agencia dedicada en el seno de la ONU.

La epidemia del sida, para la que no existe ninguna vacuna, dejó 32 millones de muertos en el mundo desde los años 1980, según los últimos datos de ONUSIDA de 2018.

Osborne, que ha pasado la mitad de su vida conviviendo con este virus, contó a la AFP qué es lo que en su opinión es aplicable a la pandemia del coronavirus.

¿Qué es lo más importante que se puede aprender de la acción contra el sida?

La necesidad de un compromiso político es algo que aprendimos tardíamente en la respuesta contra el sida. Es importante porque muestra la urgencia en todos los sectores. La respuesta a la COVID-19 no puede ser solo sanitaria, se necesita el compromiso de las comunidades y una comunicación clara. Todo el mundo debe desempeñar un papel.

Implicar e informar a las comunidades es crucial, de lo contrario los confinamientos y las cuarentenas no funcionarán.

Y también debemos proteger a los más vulnerables. Al principio del VIH, la población vio que quienes se contagiaban principalmente eran los jóvenes gays y consideraba que no valía la pena salvarlos. ¿Quién hubiese pensado entonces que contaríamos ahora con una agencia de la ONU dedicada a esta enfermedad?

Ahora debemos preguntarnos cómo protegemos a los más vulnerables, pese al distanciamiento social.

¿Hay motivos de optimismo?

A diferencia del VIH, a este virus se le puso un nombre muy temprano y en seguida se supieron cosas de él. Pero también hay muchos puntos que desconocemos. Debemos analizar cómo lidiamos con estas ambigüedades en nuestra vida diaria.

La mejor manera de responder a la COVID-19 es comprendiendo a qué nos enfrentamos. Por lo tanto, las pruebas diagnósticas son la clave. La mayor premisa de la acción contra el VIH está basada en que la gente conozca su estatus. Hay que diagnosticar y diagnosticar sin cesar.

Esto también permite a la gente decidir qué es lo que puede hacer. Si no diagnosticamos al personal sanitario y se queda en casa no sirve para nada. Pero si se le somete a los tests, puede volver al trabajo. Todo esto lo aprendimos con el virus del sida.

¿Cómo hay que enfrentar la COVID-19 una vez se supere el estado de emergencia?

La COVID-19 cambiará muchas cosas. Está afectando la arquitectura de la sociedad. Volver a lo de siempre sería insensato.

El VIH mostró que, si bien se avanzó sustancialmente en cuanto a tratamientos, la epidemia no ha finalizado, y por lo tanto hay que mantener los esfuerzos para que todo el mundo que lo necesite tenga acceso.

Necesitamos que el sector privado se comprometa en la investigación seriamente y no solo con promesas superficiales.

¿Qué se puede aprender del coronavirus, al margen de su prevención?

¿Cómo influye la COVID-19 en el sentimiento de vulnerabilidad de la gente, en el sistema sanitario, en la seguridad alimentaria, en la interacción social, en el trabajo?

Todas estas cuestiones están ahora sobre la mesa. Y nos damos cuenta de que la economía de la que todos dependemos depende de la capacidad de cada uno de levantarse y cumplir con su tarea.

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