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La economía azul, dedicada a los océanos, empieza a dar sus primeros pasos

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La economía azul, dedicada a los océanos, empieza a dar sus primeros pasos

Los desafíos medioambientales en los océanos, que van desde proteger a las tortugas hasta trasformar la economía llamada azul, requieren unas sumas colosales que el mundo financiero está empezando a recaudar, asociando fondos con objetivos responsables.

“Dependemos de los océanos” que proporcionan empleo a 60 millones de personas y representan 1,5 billones de dólares anuales en la economía mundial; y “los océanos dependen de nosotros”, advierte el Banco Mundial, deplorando sobre todo los 8 millones de toneladas de plástico vertidos cada año.

En el ámbito financiero, la principal fuente de financiación de la transición climática es la deuda llamada “verde”. 

El dinero que se recauda en los mercados se consagra a proyectos favorables al medioambiente, objeto luego de auditorías privadas.

En el caso de los océanos, se puede financiar por ejemplo la “extensión de las zonas marinas protegidas”, explica Marine de Bazelaire, directora de desarrollo sostenible en HSBC para Europa continental.

“Cada vez más inversores quieren demostrar el impacto positivo de sus inversiones, lo que alimenta una dinámica positiva”.

“Los príncipes de Poseidón”

Pero si bien la deuda verde se desarrolla de forma exponencial, recaudar fondos en los mercados requiere operaciones de como mínimo varios centenares de millones de dólares, unas sumas que no se adaptan forzosamente a todas las actividades relacionadas con los océanos e incluidas en la economía azul.

Esta última “está más bien fragmentada”, con necesidades que raramente superan los 50 millones de dólares, explica Richard Mattison, dirigente de Trucost, especializado en el análisis de los riesgos medioambientales en S&P.

“Los préstamos bancarios son a menudo más adecuados”, asegura. Como ejemplo, cita un “pescador que provee un supermercado” y que desea que su actividad sea menos contaminante: probablemente, se dirigirá a su banco.

El sector financiero empieza también a proponer créditos en los que el nivel de las tasas de interés varía en función de la sostenibilidad del proyecto, pero se trata de un mercado en ciernes. 

También hay iniciativas financieras más voluntaristas, como los “Príncipes de Poseidón”, lanzado en junio de 2019 por 11 grandes bancos y varios pesos pesados de la industria naval como A.P. Møller Mærsk y Euronav.

“Se trata de tomar nota del gasto energético de los navíos que financiamos y publicarlo cada año con el objetivo de reducir en un 50% sus emisiones de gases de efecto invernadero“, explica Alexandre Amedjian, responsable de financiaciones marítimas para Europa del Banco de Inversiones de Société Générale.

“Es un esfuerzo colosal que representa una cuarta parte de la cartera mundial de la industria marítima, es decir, unos 100.000 millones de dólares”, agrega. El programa también incluye un sistema de préstamos que reserva las mejores condiciones a las empresas más eficaces.

El reino de las medusas

Lo que es seguro es que “los capitales no faltan”, según Mattison. Pero para que el dinero vaya adonde tiene que ir, son necesarias reglas comunes.

La Comisión Europea trabajó con varias organizaciones como WWF y el Banco Europeo de Inversiones para sentar los grandes principios de una financiación responsable de la economía azul. Publicados en enero de 2018, representan un primer marco.

“Sobre todo hay que actuar en el terreno de la regulación”, sino, “dentro de 30 años, solo pescaremos medusas”, estima Sean Kidney, presidente del Climate Bonds Initiave, organismo internacional de referencia.

“Algunos desafíos tienen que ver con problemas de deuda, como las infraestructuras de gestión de agua, pero otros, como la proliferación del plástico, atañen más las políticas públicas y una toma de conciencia mundial”, estima igualmente Tanguy Claquin, responsable mundial de finanzas sociales y medioambientales de Crédit Agricole CIB.

Según Kidney, se debería empezar por el desarrollo urbanístico costero. “Hay claramente una oportunidad de atajarlo, tras haber pasado el último siglo a destruir las costas”.

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