Los impactos de la posible detención de Lula da Silva
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Luiz Inácio Lula da Silva, el líder más carismático de Brasil, comenzó a digerir que en las próximas semanas podría perder la libertad, luego que la Corte Suprema de Brasil negó por seis votos y cinco en contra, el habeas corpus que podría haber librado de la prisión al expresidente, condenado a doce años por corrupción.
Lula ya ha sido hallado culpable por dos tribunales y, de acuerdo con una jurisprudencia dictada por el propio Supremo, una sentencia ratificada en segunda instancia permite el inicio de la ejecución de la pena.
Esa decisión estará ahora en manos del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (TRF4), corte de segunda instancia que amplió de nueve a doce años la pena dictada por un juez inferior y ante la cual Lula todavía puede intentar una revisión de la redacción de la sentencia, pero no de su contenido.
Brasil medirá el impacto de la decisión adoptada de madrugada por la Corte Suprema, que dio luz verde a la detención del expresidente, mientras que se ignora la determinación de sus aliados para contraatacar después de lo que consideran una condena injusta.
Lula no prestó mucha atención al juicio del Tribunal Supremo, se mostró “tranquilo” e incluso comentó el golazo de chilena de Cristiano Ronaldo en el partido del Real Madrid contra el Juventus, según contaba un miembro del Partido de los Trabajadores.
Asimismo, el presidente conservador Michel Temer y muchos de sus aliados deberán evaluar si lo que ocurrió los librará sobre todo de un rival político de talla o, más bien, los dejará más expuestos a los fiscales y jueces de la Operación Lava Jato, una mega investigación que desveló desde hace cuatro años una gigantesca red de sobornos en Petrobras.
Lula, de 72 años, fue precisamente condenado en enero pasado por un tribunal de apelación a 12 años y un mes de cárcel por recibir un apartamento de lujo de una constructora involucrada en esa trama.
El exmandatario (2003-2010) pretendía conservar su libertad hasta agotar los cuatro grados del sistema jurídico brasileño. Pero con un apretado resultado de 6 a 5, los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) rechazaron el recurso (habeas corpus). De haberlo obtenido, su proceso hubiera podido alargarse meses, sino años.
Elecciones inciertas
El que fuera el presidente más popular de la historia reciente de Brasil, aclamado internacionalmente por sacar de la pobreza a millones de brasileños, siguió el debate en una sala del Sindicato de Metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo, cinturón obrero de Sao Paulo. Y avanzada la noche regresó discretamente a su departamento en carro, en la misma localidad.
El Partido de los Trabajadores (PT), que Lula cofundó en 1980, prometió defender en las calles y ante todas las instancias su candidatura presidencial “hasta las últimas consecuencias”.
El Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra (MST) se sumó a las críticas en Twitter: “No es solo a Lula al que quieren arrestar, sino también el sueño de un país más justo. Jamás lo permitiremos. La lucha continúa”.
Por otra parte, hubo fuegos artificiales y festejos en Brasilia de los detractores de esta figura que divide profundamente a los brasileños y que fue considerado como el “comandante máximo” de la red de corrupción en Petrobras por el jefe de fiscales de la Operación Lava Jato.
El PSDB del exmandatario Fernando Henrique Cardoso, que perdió las últimas cuatro elecciones que disputó contra el PT, emitió un comunicado firmado por su líder en la Cámara baja, Nilson Leitao: “El expresidente no está por encima de la ley, sino al alcance de ella como todos los brasileños. Una decisión en sentido contrario frustraría a la sociedad y sería un retroceso en el combate a la impunidad”.
Pero incluso si Lula evitara la cárcel, su candidatura seguiría en jaque porque la justicia electoral impide postularse a condenados en segunda instancia.
¿Cómo afectaría la ausencia de Lula en las elecciones del gigante latinoamericano?
Ante esa posibilidad cada vez más plausible, los analistas anticipan los comicios más inciertos desde la vuelta de la democracia en Brasil en 1985.
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