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“Las aerolíneas planearon una jugarreta”: senador Alex Flórez | Parte II

En entrevista con #1ComoTú, el senador del Pacto Histórico sostiene que Daniel Quintero es “el Steve Jobs de la política colombiana”.

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El senador Alex Flórez dice que “es tiempo de sacar a todos los vejestorios que llevan 70 años amarrados en el Congreso”, y describe al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, como “el Steve Jobs de la política colombiana”.

En la segunda parte de esta entrevista en #1ComoTú, el congresista costeño del Pacto Histórico habla de los proyectos que impulsa: uno es la regulación de precios de tiquetes de aerolíneas, a las que califica de “planear una jugarreta”. Otro es la reforma educativa, “tenemos colegios y universidades que parecen más fábricas de salchichas”, dice.

A continuación, la segunda parte de la conversación:

Más allá del escándalo en Cartagena, cuéntenos sobre usted, ¿cómo llegó tan joven al Senado?

Soy un sabanero, costeño, paisa, bien colombiano; una mezcla de regiones y de sectores populares muy fuerte. Yo nací en Cartagena, en 1991. Tengo 31 años, crecí en Sincelejo, en Sucre. Me fui para Medellín cuando salí del colegio.

Soy de una familia de clase media baja, que ha tenido que trabajar con mucho esfuerzo, que nunca hemos tenido casa propia, que siempre hemos vivido alquilados.

Me fui para Medellín producto de lo que les pasa a tantos colombianos, que no encuentran un lugar donde puedan desarrollar la carrera que quieren en un buen centro de estudios.

La mayoría de municipios de Colombia no tienen universidades; más de 1.000 municipios en Colombia no tienen acceso a educación superior. Son municipios en los que la gente para poder realizar su sueño, les toca irse.

Cuánta gente vive en Bogotá que no es de Bogotá, cuánta gente vive en Barranquilla que no es de Barranquilla; en Cartagena, Medellín, Cali. Las ciudades principales son centros migratorios de colombianos de todos los rincones del país, que al no ver la posibilidad de realizar el sueño de estudiar lo que quieren estudiar, en la institución de calidad que les gustaría, les toca abandonar su círculo familiar. A mí me tocó a los 16 años irme solo a vivir a Medellín, independizarme muy pronto, no desde lo económico porque mis papás siempre han estado muy presentes, me acompañaron durante todo el tiempo que yo loes necesité con lo que podían.

Mi mamá lo que me podía enviar era $550.000, que era para lo que alcanzaba. Viví pensionado durante muchísimos años en Medellín. Fui estudiante de la Universidad de Antioquia, entré a la universidad pública, no teníamos para pagar una universidad privada de ninguna manera.

Incluso para pagar la matrícula de la Universidad de Antioquia me tocaba sacar un crédito, porque me cobraban $500.000 de la matrícula, porque había terminado en un colegio privado. Me salía carísima la matrícula, no me la refinanciaban.

¿Y cómo hacía para sostenerse en esta época?

Me tocaba mantenerme en la universidad vendiendo chicle, vendiendo dulces, vendiendo cigarillos, papitas. En la Universidad de Antioquia académicamente estaba totalmente perdido; me metí a estudiar administración de empresas cuando entré. Esa carrera no me gustaba, realmente lo hice por entrar a estudiar algo.

Creo que un pelao de 16, 17 años no está en edad de elegir la carrera a la que se va a dedicar el resto de su vida. Es muy delicado y eso nos debería invitar a una reflexión sobre los tiempos que le estamos dando a nuestros jóvenes para tomar decisiones tan trascendentales como “qué voy a hacer el resto de mi vida”. Es pedirle, como en el tiempo de antes, a un pelao de 16 o 17 años que decida con quién se va a casar; sin conocer a la persona, sin darle la oportunidad de explorar. Cosa distinta a lo que pasa en países como Estados Unidos donde a los estudiantes les dan un año en que entran a ver materias de diferentes áreas. Luego deciden de acuerdo a lo que vieron, qué fue lo que mejor les fue, qué fue lo que realmente les apasionó, qué es lo que quieren estudiar luego de que terminan el colegio.

Yo me equivoqué en la elección de mi carrera pero tampoco me arrepiento de eso porque los aprendizajes a nivel personal en ese tiempo fueron gigantescos. Me pasé para derecho, me cogió el paro de 2011, el paro de la Mane, cuando Juan Manuel Santos era presidente. Ahí como tantos estudiantes migré de la pública a la privada, con Icetex, Estudié con el Icetex, todavía lo estoy terminando de pagar; ya me falta como un millón y pico.

¿Cuándo comienza en la política?

Estando en la Universidad de Medellín, me metí a la política como representante estudiantil de mi institución; me lancé con el objetivo de poder ayudarles a mis compañeros a resolver necesidades que yo veía que eran cosas tan evidentes, que todo el mundo se quejaba. Que no había ni jabón en los baños. Cosas tan simples como que no se permitían las habilitaciones, y en otras universidades sí. Había una serie de derechos que se veían desconocidos, y nadie tenía como la voluntad de hablar. Y siempre fui de los que yo cuando me incomodaba, pues levanto la mano y digo lo que no me gusta, y por eso también he tenido un problema con la autoridad, desde que soy chico, porque yo no me quedo callado, yo contesto y digo lo que pienso. En la universidad me reelegí como representante; luego fui representante nacional de los estudiantes del país; el único representante estudiantil, siendo costeño, en representación del departamento de Antioquia; el único representante nacional de los estudiantes que Antioquia ha tenido, el único de universidad privada en la historia de Colombia.

Fui uno de los dirigentes del paro nacional estudiantil de 2018; yo estuve en la mesa de negociación del paro que le hicimos a Duque. 66 días de paro. Aparecieron otros líderes estudiantiles, como Jennifer Pedraza, que es representante a la cámara que estuvo en la mesa de negociación; Alejandro Palacio, y otras personas. Algunos dimos el salto a la arena política. Yo en 2019 decido, en compañía de Daniel Quintero, apoyar el sí en el plebiscito, en el marco del proceso de paz

Mi primer golpe de opinión fue que yo le pedí a Uribe que se casara con la paz, me arrodillé con un anillo y una flor, le dije senador Uribe dígale que sí a la paz, cásese con la paz. Ahí me lanzo a la política nacional, a la defensa del plebiscito.

¿Cómo fue esa experiencia?

Le entregué corazón, alma y vida al proceso de paz. Lloré, hice parte de ese grupo de personas que lloramos cuando perdimos el proceso de paz; me molesté muchísimo, con algunos familiares que no apoyaron el proceso, y les dije que de ahora en adelante las persona que cayeran en el marco del conflicto iba a ser responsabilidad de ellos. Seguí en esa carrera política. Me lanzo al concejo de Medellín, en una locura, porque mucha gente me decía, tú eres costeño, un costeño siendo concejal de Medellín eso está muy difícil. Recuerdo que Daniel Quintero me decía, “hay 300 personas lanzándose, todo el mundo tratando de diferenciarse por algo, y tú, te diferencias solamente con el hecho de hablar. Eres la vaca morada, eso es una ventaja, no una desventaja”.

Él ha sido una persona muy importante en mi proceso político, un líder al que yo respeto y admiro muchísimo. Creo que no hay una persona con su capacidad de liderazgo y visión. El Steve Jobs de la política colombiana, podría uno decir de un tipo como Daniel Quintero, con una inteligencia muy aguda y un carisma y una sensibilidad en el corazón muy grande.

¿Cómo fue la llegada al Concejo?

Recorrimos las calles. Yo hice una de las campañas más baratas en la historia de la ciudad, yo me gasté $24 millones en la campaña al concejo. En una ciudad donde un concejal se gasta entre $500 y $1.000 millones en promedio. Yo tenía solo cinco personas en mi equipo, una novia que tenía en esa época, uno de mis mejores amigos, mi hermana valentina, dos hombres de protección de la Unidad Nacional de Protección que no solo eran escoltas, son mis amigos, mi familia, y que estuvieron conmigo acompañándome en todo ese proceso. Cinco personas en la calle, no había nada más. Sin vallas, sin refrigerios, sin carros. No llevé a votar a nadie. Casa a casa, persona a persona, yo les pedía el número de teléfono a las personas y ese era mi medidor de trabajo. Yo le pedía el teléfono y me lo entregaron alrededor de 11.200 personas. Saqué 7.100 votos, casi el 70% de efectividad cuando los políticos calculan sobre la cuarta parte. Yo creo que esto se debe a una conexión especial que yo siento con la gente, que soy capaz de sentir con ellos, de solidarizarme, de vivir sus realidades.

Por eso me indigna que pasen tantas cosas en nuestro país, que se roben los recursos de los niños. Un corrupto que se roba una plata le está quitando la posibilidad a alguien de ir a estudiar, de vivir de una mejor manera, de tener un centro de salud. Hay mucha gente en la pandemia que no la mató el covid; se quedaron esperando un ventilador artificial, porque la corrupción se robó la plata que se iban a gastar en construir el hospital que les podía salvar la vida. Los mató la corrupción. Eso es lo que cuesta la corrupción, cuesta vidas. Cuesta proyectos, cuesta futuros.

Este sentimiento profundo es el que hemos ido a llevar a las calles. En lo que creemos. Que no creemos en las estructuras tradicionales de poder porque creo que están llenas de ladrones, de corruptos y mentirosos.

Es tiempo de sacar a todos los vejestorios que llevan ahí 70 años amarrados, atornillados al poder y darle la oportunidad a una nueva generación. Creo en el poder de la educación y el poder que tiene de transformar vidas.

¿Qué viene, cuáles son sus banderas y proyectos en el Congreso?

Estamos trabajando en una serie de proyectos que tienen que ver con las aerolíneas. Ha sido gravísimo lo que pasó con Viva y con Ultra; esta estafa, fue una jugarreta planeada. Hay que evaluar muy seriamente la responsabilidad de Avianca en el marco de este proceso.

Recordemos que estaban Avianca y Viva intentando integrarse en una nueva empresa, y la Aeronáutica Civil en abril de 2022 no había aprobado esa integración. Sin embargo, Avianca le compró a Viva las acciones. Avianca compró las acciones de Viva Air y Viva Latinoamérica, pero como no había aprobado la integración la Aerocivil, no podía parecer que Avianca tomaba las decisiones comerciales de Viva. Así que Avianca inteligentemente creó dos sociedades, y le entregó la administración política de esas acciones que compraron de Viva, a las dos sociedades, que eran dirigidas, oh sorpresa, por dos exfuncionarios de Avianca que habían salido de la empresa solo unos meses antes.

Avianca en el papel aparecía que no era el que tomaba las decisiones de Viva, pero en la realidad, dos exfuncionarios de Avianca que dirigían dos sociedades creadas por Avianca, eran los que estaban tomando las decisiones de Viva, para de alguna manera presionar la integración que pretendían. Y luego esta empresa sin avisar, como luego lo haría Ultra, violando la ley y la obligación que tenían de avisar con 15 días de anticipación por lo menos, sin importarle los pasajeros, dejaron a gente encerrada en los aeropuertos en otros países, desesperada. Me ha escrito un montón de personas, argentinos, que tenían viajes comprados a Colombia y quedaron tirados en los aeropuertos. Mujeres embarazadas, gente que iba a pedir matrimonio, que tenía un negocio, gente con cosas pequeñas, una cita médica, o se iban a ver con la persona que aman, se iban a encontrar para un cumpleaños con unos amigos y vieron frustrados esos sueños, que no pudieron cumplir por la irresponsabilidad de estas compañías.

¿Cuál es el proyecto frente a las aerolíneas?

Yo estoy presentando un proyecto de ley para regular las compañías aéreas, para ponerles tope a los valores de tiquetes. No es posible que un tiquete entre Bogotá y Medellín cueste un millón de pesos. No es posible que un tiquete Bogotá Valledupar cueste 4,5 millones de pesos.

No es posible que viajar de cualquier ciudad de Colombia a otra termine costando dineros exorbitantes, lo que de alguna manera desdibuja el carácter democrático que debe tener un transporte público esencial como es el servicio aéreo. Decimos, hay que ponerle tope, que no puedan cobrar lo que les dé la gana. Hay que elevar a categoría de ley los derechos de los usuarios para que la gente sepa que cuando los aviones se retrasan, tienen unos derechos. Que si se retrasa cierto tiempo le tienen que dar un refrigerio, una llamada. Si se retrasa entre cuatro o cinco horas le tienen que dar la comida, sea desayuno, almuerzo o la cena. Que si se retrasa más de cinco horas y son más de las 10 de la noche le tienen que pagar el hotel, llevarles al hotel, darles la comida, más todo lo anterior; devolverlos nuevamente al aeropuerto, y compensarlos con 30% del valor del tiquete; o darles millas, o dinero, a elección del usuario. La gente no sabe eso. Nosotros queremos elevar esos derechos a categoría de ley, ponerle una talanquera a estos abusos de las aerolíneas que estamos convencidos no deben ocurrir más.

¿Y en el tema de educación?

Yo soy el ponente del proyecto de matrícula cero. Estamos logrando que por fin la matrícula cero sea una realidad legal en Colombia. Me refiero a que sea una política de Estado, que sea permanente, no únicamente de gobierno. Ha venido pasando que queda a la voluntad de los gobiernos. Hay que reconocerle al presidente Duque que inició dando la matrícula para estudiantes de estratos 1, 2 y 3, de instituciones públicas. Pero si viene un presidente que no está de acuerdo, como no está elevado a categoría de ley, sino que simplemente fue una apuesta de ese gobierno, se cae. Esto tiene que ser una ley de la República, que le garantice a los estudiantes hacia futuro que la educción es un derecho y los derechos no se compran. Si hay un derecho que garantizarle a la gente es la educación. Creo que el derecho principal en una democracia es la educación, porque la educación le da libertad a la gente, la libertad de pensar por sí misma y tomar sus propias decisiones. Pero también la libertad de acceder a unos medios de subsistencia, para poder muy claramente trabajar, meter plata en el bolsillo, poder pagar el arriendo, comprar sus cosas; esa es la independencia, uno se independiza de los papás realmente cuando tiene que dejar de pedirles plata. Y esa libertad solo lo otorga la educación, que es la que le da la herramienta a la gente para poder hacer lo que realmente quiere.

Hoy tenemos colegios y universidades que parecen más fábricas de salchichas; que forman a personas no para que piensen, sino funcionarios de garitas. Hay que abrir nuestro sistema educativo a nuevas posibilidades, conectarlo a lógicas de la cuarta revolución industrial, que es lo que está generando billete en el mundo. Es lo que hicimos en Medellín con el Valle del Software, poner a todos los colegios e instituciones en clave de la cuarta revolución industrial. Estamos trabajando en eso, es nuestra apuesta más importante. Estamos convencidos que si podemos transformar la educación lo habremos transformado todo.

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