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Mascotas: reflexiones sobre su papel en nuestra sociedad

Claudia Calao
@cloquis / Activista ambiental

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Mi hijo que estaba de viaje en Japón, me hizo una video llamada para mostrarme un erizo descansando plácidamente en un sofá construido a sus proporciones, sí, a sus proporciones, o sea hecho como para pulgarcito, mientras recibía tiernos masajes de una mano humana que, luego lo supe y hablaré de eso más tarde, pertenecía a una señora que necesitaba desestresarse. Además pude ver Suricatas que saltaban con energía, esperando el alimento (y tal vez las caricias) que ofrecen otras manos humanas, todas ellas con dueños estresados.

Cuando recibí la llamada de mi hijo a las 4 de la mañana, mi primera reacción fue preguntarle: ¿estás en algún zoológico y te dejan tocar esos animales? – No, estoy en un café, aquí la gente para quitarse el estrés viene acariciar los animales, mientras toman un café, es un sitio para entrar en contacto no sólo visual, sino físico con los animales-. Investigué y encontré que estos cafés surgen porque en Japón tener mascotas es considerado una responsabilidad muy grande, además el costo es muy alto, un cachorro de un perro, puede costar hasta cinco mil dólares, y muchos prefieren no tenerlas para evitar tener a los animales encerrados y por eso van allí, acariciar mascotas que no quieren tener en casa por alguna razón.

Después de esa llamada, sentí una profunda tristeza, al darme cuenta hasta que punto como sociedad, hemos humanizado a los animales, más allá de su domesticación. Ahora somos capaces de sacarlos de su hábitat natural para satisfacer nuestros deseos y necesidades.

Si extrapolamos la situación que viven los países desarrollados con respecto a las mascotas, podríamos decir que en Colombia nos encontramos en un momento crítico. Hemos llegado a humanizar tanto a nuestras mascotas, que ya se consiguen certificados de soporte emocional, para que puedan viajar con nosotros en la cabina del avión. Incluso en el congreso contamos con una bancada animalista que busca incluir a los animales de compañía en todas las leyes, sin considerar el impacto fiscal, ni la burocracia que generaría. Es importante tener en cuenta que nuestras instituciones, esas que llegaron con la constitución del 91, ya tienen la responsabilidad de garatizar el bienestar de todos los seres vivos, incluyendo a los animales de compañía. Considero que no deberíamos crear nuevas institucionalidades  innecesarias, sino enfocar nuestros esfuerzos en mejorar las existentes. En ultima instancia, recordemos que el “ambiente somos todos” y que allí debemos trabajar para preservar la naturaleza y el equilibrio ecológico, incluyendo a los animales y a los seres humanos por igual.

Julio Carrizosa, el padre del ambientalismo en Colombia, indicaba que lo ambiental supone la conjunción de lo natural no antrópico, lo construido y lo sociocultural, y alli en lo socio cultural uno podría pensar que entran los animales de compañía, esos que se han convertido en una expresión más de nuestra cultura y de nuestra sociedad. Les hemos otorgado un papel relevante en nuestra vida cotidiana, al punto que en muchos hogares son considerados como un miembro más de la familia. Les construimos espacios, les damos cuidados, atención y cariño, y les hablamos como si fueran seres humanos. Esta relación que hemos creado con ellos, aunque en algunos casos puede resultar exagerada, no puede ser ignorada ni minimizada, ya que forma parte de nuestra identidad y de nuestra forma de entender el mundo. Por ello, es importante reflexionar sobre la responsabilidad que asumimos al tener animales de compañía y cómo podemos cuidarlos y protegerlos de manera sostenible y consciente.

En Colombia, el bienestar animal necesita mucha atención. A pesar de los esfuerzos de algunas organizaciones y activistas, es común ver perros y gatos abandonados en las calles, viviendo en condiciones precarias y sufriendo maltrato. Además, muchas personas siguen comprando animales domésticos, sin considerar las responsabilidades que conlleva su cuidado y sin ser conscientes de que un animal no es un objeto que se pueda desechar cuando ya no se quiere.

A pesar de que existen algunas leyes y regulaciones relacionadas con el bienestar animal, no son suficientemente fuertes para disuadir a las personas de cometer actos de crueldad o de abandonar a sus mascotas. En Italia por ejemplo, sí tu abandonas tu mascota, o la mantienes en encierro, recibes una multa de 10 mil euros. Todos los animales tienen un microchip con la información de su dueño, y sí ese animal es encontrado deambulando por la calle, y no tenía una denuncia por pérdida, su dueño es obligado a pagar la multa. La Bancada Animalista debería ser la voz que luche por la implementación de estas medidas, y es necesario que la sociedad colombiana tome conciencia de la importancia del bienestar animal y que se implementen medidas más efectivas para proteger a estos seres indefensos y garantizarles una vida digna.

Cada especie en nuestro ecosistema tiene un papel fundamental que cumplir, desde los más pequeños hasta los más grandes. Sin embargo, en muchas ocasiones, nos hemos enfocado únicamente en la humanización de ciertas especies como animales domésticos, y hemos olvidado la importancia de la fauna nativa y su rol en la sostenibilidad del planeta. Si no protegemos nuestra fauna nativa, y seguimos humanizando a los animales, estaremos contribuyendo al deterioro del medio ambiente y al desequilibrio de la vida en nuestro planeta. Debemos tomar conciencia de que cada especie tiene su lugar y su función en los ecosistemas, y que todos son importantes para mantener el equilibrio. La protección de nuestra fauna nativa en un país como Colombia, debe ser la prioridad o sí no, estaremos poniendo en riesgo la capacidad de los ecosistemas, el suministro de agua para nuestros animales y nuestra propia supervivencia en el futuro.

Es fundamental que aprendamos a respetar la naturaleza y los hábitat naturales. Debemos comprender que no podemos imponerles nuestra forma de vida, ya que esto puede tener consecuencias graves en los ecosistemas y en las especies que habitan en ellos.

Es triste ver cómo muchas personas mantienen a sus mascotas encerradas todo el día en un apartamento, sin tener en cuenta las necesidades y los instintos naturales de los animales. Los animales no son objetos para nuestro entretenimiento y no deberíamos someterlos a nuestro estilo de vida. A veces, incluso podemos ser más crueles que los japoneses que acuden a los cafés para acariciar mascotas, por lo menos ellos son conscientes de que no pueden tenerlas, por la responsabilidad que ello implica.

@cloquis

*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.

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