¡Mi familia, mi mejor proyecto!

“Trabaja en una de las empresas más grandes del país, no debe tener tiempo para sus hijos, ¡Pobres niños que traen al mundo, solo para que los críe la nana!”; “Tuvo hijos y decidió quedarse en la casa!”; “¡Qué pesar, era tan exitosa!”.  ¿Te suenan estas frases? Son parte de nuestra cotidianidad y sorprendentemente son más comunes en mujeres hablando de otras mujeres.

Nadie sabe cuánto esfuerzo hay detrás de una mamá ejecutiva, doctora, ingeniera, artista, deportista o profesional, que ha decidido balancear su mundo entre la maternidad, su rol de esposa y su carrera profesional. Nadie sabe cuántas horas de esfuerzo, gestión de emociones y trabajo hay detrás de la mujer que debe retarse a sí misma en todo, para pagarle a una nana que haga por sus hijos… ¡lo que ella se sueña hacer!

Nadie sabe cuánto trabajo hay detrás de una mujer que cuida a sus hijos y decide darles a sus roles de esposa, mamá y ama de casa el protagonismo en su vida, cuanta grandeza detrás de la decisión de abandonar sueños profesionales por hacer realidad ese hogar soñado desde niñas y apoyar a su esposo en su escalera profesional. Desconocemos cuanto esfuerzo físico existe detrás de una casa limpia, acogedora y ordenada, detrás de las loncheras y almuerzos saludables y, sobre todo, cuantas habilidades blandas se requieren para conducir un hogar con sabiduría.

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Es fácil criticar y juzgar las decisiones de nuestras amigas, compañeras y conocidas; fácil decir que la otra es complicada con el aseo cuando tienes quien te sirve el plato en la mesa; fácil decir que otras abandonan a sus hijos con niñeras cuando pudiste elegir quedarte en casa; fácil decir que abandonaron sus sueños cuando has tenido la suerte de escalar en el mundo profesional o tienes la fortuna de estar rodeada de una tribu que te apoya en tus roles; fácil mirar a tu amiga y perder la empatía mientras desconoces las luchas que enfrenta al intentar mantener todos sus roles a flote.

Si bien nuestra realidad y decisiones ponen distancia entre nosotras, nuestras luchas nos acercan; luchamos en nuestra mente preguntándonos  si las decisiones han sido y siguen siendo las correctas. Nos esforzamos por darles a quienes tenemos a cargo lo mejor de nosotras, nos sentimos impotentes ante la perfección de otras en las áreas que a nosotras nos cuestan; nos sentimos culpables de gritar cuando hemos leído todo sobre crianza positiva, pero también nos sentimos culpables cuando el show del preescolar se cruza con el viaje o evento inamovible de trabajo. Nos sentimos tristes cuando miramos el espejo y vemos que nuestro cuerpo ha cambiado o cuando miramos al otro extremo de la cama y vemos a aquel que siente nuestra ausencia, y que se desconecta de vez en cuando de esta carrera llena de retos, que empezó el día en el que juntos decidimos formar un hogar.

Sin embargo, TODAS coincidimos en que “no hay proyecto que traiga más satisfacción, que construir familia”, no hay premio o reconocimiento que llene más que el abrazo de nuestros hijos, la sensación de verlos alcanzar sus logros u oír la frase con más poder en este camino: “mami, eres la mejor mamá del mundo”.

Si a todas nos mueve lo mismo, si todas tenemos luchas, si para todas, nuestras familias son nuestro mejor proyecto, activemos la empatía; reconozcamos el trabajo de esa amiga, compañera y/o conocida, eliminemos los estereotipos a la hora de conversar, interioricemos que cada una ejecuta sus roles con lo mejor que tiene y enseñémosles a las nuevas generaciones que construir una familia no riñe con nuestros sueños.

*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.

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