Constituyente en Colombia, ¿cortina de humo o realidad?
#SinCarreta | La propuesta de Asamblea Constituyente en Colombia divide opiniones. Opositores la ven como un peligroso arrebato presidencial, mientras el gobierno la justifica con el acuerdo de paz de 2016.
- La CPI emite órdenes de captura contra Netanyahu: Petro califica el fallo como “lógico”
- Polémica en Senado durante elección del magistrado de la Corte: la versión de Ariel Ávila
En nuestro país, las cortinas de humo son pan de cada día. Pero, ¿es la Constituyente otra fachada? Mientras los opositores claman que es un arrebato presidencial peligroso, el gobierno contraataca recordando que expresidentes como Álvaro Uribe han retocado “articulitos” para reelegirse. En esta batalla retórica, las verdades se mezclan con las mentiras.
Más allá de las peleas políticas, el presidente Gustavo Petro y su aliado, el excanciller Álvaro Leyva, insisten en que el pacto con las Farc de 2016 da origen a una Asamblea Constituyente. Leyva señala un párrafo del acuerdo de paz que ha levantado ampolla: “Concertar un gran acuerdo político nacional encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande”. A pesar de esto, Petro afirmó a la revista Cambio: “No pienso llevar una Constituyente al Congreso, ni tampoco reelegirme”.
El expresidente Juan Manuel Santos, quien hizo la paz con las Farc, respondió sobre el polémico párrafo: “Nada tiene que ver eso con la Constituyente porque nosotros la rechazamos”.
Entonces, ¿cómo se reforma la Constitución? Existen reglas claras que se deben seguir para convocar a una Asamblea Constituyente. Primero, el Congreso la convoca aprobando una ley. Segundo, mediante un acto legislativo, y tercero, mediante un referendo que puede ser por iniciativa del Gobierno o del pueblo. En este caso, se recogen firmas, el Congreso lo aprueba y luego los ciudadanos lo votan, requiriendo una mayoría calificada (la mitad más uno). Antes de ver la luz, ese referendo debe ser examinado por la Corte Constitucional.
Para comprender mejor el contexto, es útil mirar atrás a la Constituyente de 1991. En 1989, Colombia vivía una cruenta guerra contra el narcoterrorismo. Con un público hastiado de la política, el movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta presionó al presidente Barco y a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia para que accedieran a convocar a una Asamblea Constituyente, superando las leyes y reglas constitucionales de la época.
En 2005, el expresidente Uribe modificó un artículo para reelegirse y usó incentivos políticos para lograr el apoyo del Congreso. Ahora, Petro busca o rebusca justificaciones para impulsar una Constituyente y cambiar las normas, incluso si eso implica saltarse las formalidades legales.